El Jueves Santo, día sagrado para la Iglesia Católica, conmemora la Última Cena de Jesús, el Lavatorio de los pies, la Institución de la Eucaristía y del Sacerdocio, así como la oración de Jesús en el Huerto de Getsemaní. Esta celebración no solo marca el inicio del Triduo Pascual, sino que también resalta el amor fraterno y el sacrificio de Cristo.
Durante el Jueves Santo, se lleva a cabo la Misa Crismal por la mañana, donde se consagra el Santo Crisma y se renuevan las promesas sacerdotales. Por la tarde, se celebra la Misa Vespertina, marcando el comienzo del Triduo Pascual que culmina con la Resurrección de Jesucristo en la Vigilia Pascual.
Durante la Misa Vespertina, se recuerda la institución de la Eucaristía y el mandamiento del amor, así como el gesto del lavatorio de pies, simbolizando el servicio humilde a los demás. La liturgia incluye la recitación del «Gloria» y la lectura de pasajes bíblicos significativos, como el relato del Éxodo y la primera carta de San Pablo a los Corintios.
La celebración culmina con la reserva del Santísimo Sacramento en el «Altar de la reserva», recordando la agonía de Jesús en Getsemaní y su arresto. Se invita a los fieles a participar en la adoración del Santísimo durante la noche, en preparación para el Viernes Santo.
El Jueves Santo es una ocasión para reflexionar sobre el amor y el sacrificio de Jesucristo, así como para honrar el servicio desinteresado de los sacerdotes y el llamado al amor fraterno. En medio de la solemnidad y la adoración, los fieles renuevan su compromiso de seguir el ejemplo de Cristo y de vivir una vida de amor y servicio hacia los demás.