El expresidente uruguayo José Mujica, conocido internacionalmente como Pepe Mujica, falleció este martes a los 89 años en su natal Uruguay, tras luchar contra un cáncer de esófago. Su muerte marca el cierre de una era en la política latinoamericana y deja un legado imborrable de sencillez, compromiso social y pensamiento progresista.
El anuncio fue confirmado por su esposa y exvicepresidenta, Lucía Topolansky, quien informó que Mujica había entrado en una fase terminal de su enfermedad y estaba recibiendo cuidados paliativos. La noticia ha conmovido a líderes, intelectuales y a toda una generación que vio en él un ejemplo de vida austera y compromiso con los valores sociales.
Reconocido como “el presidente más pobre del mundo”, Mujica fue un símbolo de la lucha por la igualdad, la justicia social y la sostenibilidad. Durante su mandato (2010-2015), impulsó reformas trascendentales en Uruguay, incluyendo la legalización del aborto, la regulación de la marihuana y el matrimonio igualitario, posicionando a su país como uno de los más progresistas del continente.
Su historia de vida estuvo marcada por su participación en la guerrilla del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros en los años 60 y 70, período en el que fue encarcelado por más de una década en condiciones duras. Desde su prisión, Mujica reflexionó sobre la libertad, el consumo y la vida sencilla, mensajes que transmitió con firmeza en su discurso público y en sus escritos.
Amigo cercano de Fidel Castro y con intercambios de ideas con figuras como el Che Guevara, Mujica también fue admirado por su postura crítica frente al capitalismo desmedido y el consumismo. Su Volkswagen Escarabajo azul, símbolo de su humildad, fue objeto de una famosa oferta de un jeque árabe, que él rechazó con la frase: “Yo no tengo compromiso con los fierros”.
Su visión política y filosófica quedó plasmada en su intervención en las Naciones Unidas en 2013, donde hizo un llamado a repensar el desarrollo y el modelo de vida actual, promoviendo una mayor igualdad y sostenibilidad.
A lo largo de su vida, Mujica fue ejemplo de coherencia y entrega. En 2005, se casó con Lucía Topolansky, con quien compartió ideales y luchas desde sus años en la guerrilla. Ambos lideraron el Frente Amplio y contribuyeron a transformar Uruguay en un referente de políticas progresistas en la región.
En reconocimiento a su legado, el 5 de julio de 2024, en una ceremonia en Montevideo, Mujica recibió las máximas condecoraciones de Brasil y Colombia, en un acto que simbolizó su influencia en toda América Latina.
Su muerte deja un vacío en la política y en el corazón de quienes valoran la sencillez, la honestidad y la lucha por un mundo más justo. Pepe Mujica será recordado como un ícono del progresismo y un ejemplo de vida dedicada a los valores humanos y sociales.
“Cuando estás muchos años sin poder conversar con nadie, a veces muchos meses sin ver la luz del día (…) son cosas que tienden a destruirte. En esas condiciones te ves obligado a encontrar fuerzas dentro de ti mismo y a conversar con el que llevas dentro”
“Para mí la libertad es hacer lo que uno quiere con el propio tiempo. Trabajar menos para tener más tiempo para vivir. Pero eso implica ser más parcos en el consumo, dejarnos de joder con endeudarnos para seguir el tren que nos marca esta civilización, porque después hay que trabajar el doble para pagar esas deudas … Calidad de vida es disponer de tiempo para hacer lo que se nos antoje”.
Las frases mencionadas provienen del libro José Mujica en sus palabras, escrito por Darío Klein y Enrique J. Morás. Este libro recopila ideas, reflexiones y opiniones del expresidente uruguayo, presentando su visión sobre la vida, la libertad, la política y el consumo.