En el corazón de la jurisdicción de la Cámara de Comercio de Ibagué, la profesión de «tendero» se mantiene arraigada por la tradición y el esfuerzo.
Con un total de 1,938 empresas registradas en la actividad económica de Comercio, al por menor en establecimientos no especializados, estas tiendas, supermercados y minimercados de barrio contribuyen en gran medida al tejido económico local, representando el 7.34% del total de empresas en la zona.
La ciudad de Ibagué, epicentro de esta tradición, alberga la mayor parte de estos negocios, con 1,703 empresas (87.87%) ubicadas principalmente en las comunas 9, 8, 7 y 6. Pero lo que resalta aún más es la presencia femenina en esta profesión.
Según las estadísticas proporcionadas por la Cámara de Comercio, un asombroso
61.71% de estas tiendas son administradas por mujeres, lo que subraya su papel crucial en este sector que impacta positivamente a cientos de familias en la región.
Estos pequeños negocios, en su mayoría ubicados en los estratos 1, 2 y 3, han demostrado ser motores económicos. Con ingresos anuales que alcanzan la suma de 1 billón 354 mil millones de pesos, su contribución financiera no pasa desapercibida. Y a pesar de los retos que enfrentan, como la competencia y las cambiantes tendencias de consumo, estas tiendas siguen siendo esenciales para la comunidad.
«El compromiso de las tiendas y su impacto en la economía local es innegable», declara Brian Bazin Bulla Tovar, presidente ejecutivo de la Cámara de Comercio de Ibagué. «No solo generan ingresos significativos, sino que también son una prueba viviente de la resiliencia y la fuerza de las mujeres en el mundo empresarial».
A nivel nacional, el panorama es similar. De acuerdo con la Federación Nacional de Comerciantes (Fenalco), en Colombia existen alrededor de 550,000 tenderos, quienes no solo generan cerca de 1.8 millones de empleos, sino que también sustentan a aproximadamente 600,000 familias dependientes de este sector.
A medida que los retos evolucionan y las demandas cambian, es vital continuar fortaleciendo estos micronegocios, tanto desde las entidades públicas como privadas. Su capacidad de adaptación y perseverancia, combinadas con la rica tradición que representan, aseguran que la profesión de tendero seguirá siendo un pilar fundamental en la economía local y nacional.