Esa enfermedad sigue siendo un riesgo persistente en algunas regiones a nivel mundial, según informan algunas autoridades de salud.
La fiebre amarilla es una enfermedad viral aguda, principalmente diseminada por los mosquitos del género Aedes y Haemagogus. Este virus pertenece a la familia «Flaviviridae» y se encuentra endémico en ciertas partes de África y América del Sur, donde las condiciones climáticas favorecen la proliferación de estos vectores.
Los síntomas suelen aparecer entre tres y seis días tras la infección. En sus primeras etapas, la enfermedad se presenta con fiebre alta, escalofríos, dolores musculares y de cabeza, así como náuseas y vómitos.
En algunos casos, la fiebre amarilla puede avanzar a una fase más grave, que se manifiesta con ictericia, hemorragias y daño hepático, lo que puede ser mortal si no se recibe atención médica adecuada.
La transmisión del virus es más común en áreas donde los mosquitos están activos. La prevención se basa principalmente en la vacunación, que ha demostrado ser altamente efectiva y es especialmente recomendada para quienes viajan a zonas endémicas. También es crucial implementar medidas de protección personal, como usar repelentes, ropa de manga larga y mosquiteros para evitar las picaduras.
«La principal estrategia para prevenir la fiebre amarilla es la vacunación. En el departamento del Tolima, se recomienda vacunar a las personas entre 1 y 59 años. Está contraindicada para mujeres embarazadas, madres lactantes, menores de un año, mayores de 60 años, pacientes con sistemas inmunológicos comprometidos, aquellos en tratamiento oncológico o con VIH no controlado, así como para quienes tengan alergias graves a la vacuna. Es fundamental vacunarse contra la fiebre amarilla; recordemos que solo se necesita una dosis para obtener una protección adecuada y eficaz contra esta enfermedad», comentó Juan Pablo Escobar, infectólogo y pediatra.