Mientras solo un pequeño porcentaje del agua administrada se utiliza para consumo humano, cerca del 70% se emplea en actividades agrícolas.
El Día Mundial del Agua, conmemorado el 22 de marzo bajo el auspicio de Naciones Unidas, resalta la urgente necesidad de gestionar de manera sostenible el agua dulce, un recurso esencial para la vida en el planeta. Aunque la Tierra está mayormente cubierta de agua, la mayor parte de esta es salada, y solo un pequeño porcentaje es agua dulce, de la cual una fracción aún menor está disponible para nuestro uso. La creciente demanda de agua, especialmente en la agricultura, junto con los efectos del cambio climático, ha exacerbado la escasez y la desigualdad en la distribución del recurso, planteando desafíos significativos para su manejo y conservación.
La sobreexplotación de los recursos hídricos subterráneos ha llevado a un preocupante descenso en los niveles de agua en acuíferos en diversas partes del mundo. Este agotamiento plantea una seria amenaza para la seguridad alimentaria y el bienestar humano, así como para la salud de los ecosistemas acuáticos. Aunque se están explorando soluciones tecnológicas innovadoras y se han implementado intervenciones para recargar los acuíferos y reducir la salinización del agua, se necesita una acción concertada a nivel mundial para abordar este desafío de manera efectiva.
Es fundamental adoptar políticas y prácticas que promuevan el uso responsable del agua, la conservación de ecosistemas acuáticos y la equidad en el acceso al recurso. Además, es necesario fomentar la investigación y la innovación en el campo de la gestión del agua para desarrollar soluciones sostenibles a largo plazo. El Día Mundial del Agua nos recuerda la importancia crítica de este recurso vital y la necesidad de tomar medidas urgentes para protegerlo y preservarlo para las generaciones presentes y futuras.