¿Sabías que existe evidencia científica que demuestra que la falta de sueño aumenta el riesgo de desarrollar obesidad y sobrepeso? Con ocasión del Día Mundial del Sueño, el psiquiatra Amaury García Blanco, médico hospitalario de una IPS aliada de Coosalud EPS, describe cuáles son las principales consecuencias físicas y mentales de no dormir bien.
El sueño, lejos de ser un simple estado de descanso, es un proceso biológico fundamental para el bienestar del ser humano. Durante este periodo, el cuerpo y el cerebro no solo se recuperan del desgaste diario, sino que también se desarrollan una serie de funciones esenciales para la salud física y mental.
Tal como lo explica el psiquiatra Amaury García Blanco, médico hospitalario de la Clínica La Misericordia Cartagena, institución que forma parte de la red de servicios de Coosalud EPS, el sueño es útil para múltiples funciones corporales.
“Aunque, a simple vista, parece que no hacemos nada mientras dormimos, la realidad es que el sueño es un proceso muy activo y dinámico. El cuerpo no se mueve, pero cada una de las células está realizando un gran trabajo para autorregularse y recuperarse del trabajo que realizan cuando estamos despiertos”.
Explica el especialista que al dormir el cuerpo se repara y regenera sus tejidos y reconstruye huesos y músculos; se consolida la memoria y el aprendizaje, es decir, las cosas aprendidas durante el día se refuerzan durante el sueño.
Otro punto importante es que el descanso contribuye a que se ajusten y organicen las sustancias químicas que regulan la vida emocional y las funciones cognitivas, conocidas como neurotransmisores.
“Todos alguna vez nos hemos levantado sin dormir adecuadamente y tenemos un día malhumorado, irritable, con dificultades para la concentración y la atención. Además, el sueño está directamente relacionado con el sistema inmunológico, pues, cuando descansamos, el cuerpo produce citoquinas, que son las proteínas que ayudan a combatir las infecciones, lo que disminuye el riesgo de enfermarse”.
Relación sueño / obesidad
Otro tema que resulta interesante sobre la falta de sueño es la evidencia científica que lo asocia con la obesidad y el sobrepeso. “La relación es bidireccional, es decir, el insomnio puede predisponer a padecer sobrepeso y obesidad, y la obesidad puede generar alteraciones del sueño», explica el psiquiatra Amaury García.
“La falta de sueño puede aumentar la producción de la hormona del hambre (grelina) y disminuir la producción de la hormona de la saciedad (leptina), provocando alteraciones comportamentales como ‘picar’ durante la noche, ingiriendo especialmente alimentos de alto contenido calórico”.
A esto se suma que un paciente obeso puede tener complicaciones mecánicas en sus vías respiratorias que impiden un sueño reparador por despertares frecuentes durante la noche, lo que se conoce como apnea del sueño.
Pero ¿cuáles son las graves consecuencias a corto y largo plazo de la falta de sueño?
“A corto plazo, además de las mencionadas anteriormente como cansancio, irritabilidad, somnolencia diurna, falta de concentración, memoria y dificultad para tomar decisiones, se pueden presentar dolores de cabeza y musculares. Además, se corre el riesgo de tener accidentes en actividades cotidianas, como conducir u operar una máquina en la empresa”.
Por otro lado, explica el psiquiatra que “a largo plazo, el insomnio crónico se ha relacionado con un mayor riesgo de desarrollar enfermedades crónicas como la obesidad, la diabetes tipo 2, patologías cardíacas y trastornos del estado de ánimo como la depresión y la ansiedad. Además, con un mal funcionamiento del sistema inmunológico, aumenta la predisposición a padecer infecciones y enfermedades como el cáncer”.
Calidad del sueño
El especialista hace énfasis en que el ‘buen dormir’, va mucho más allá del número de horas que se duerme y se relaciona también con otros aspectos relevantes como el tiempo que se tarda en conciliar el sueño, lo que se conoce como latencia de sueño, y también la capacidad de no despertar constantemente y lograr la sensación de haber descansado completamente.
Para mejorar la calidad del sueño, según describe García, es importante establecer un horario regular para dormir y despertarse, incluso los fines de semana; crear un ambiente de sueño adecuado, oscuro, silencioso y fresco; evitar la cafeína y el alcohol antes de acostarse, realizar ejercicio físico regular y aprender técnicas de relajación para reducir el estrés.
La alimentación y la actividad física juegan un papel fundamental en el mejoramiento de la calidad del sueño. Una dieta saludable y equilibrada también puede ayudar, mientras que la actividad física regular ayuda a conciliar un sueño más rápido y profundo.
Aunque el doctor García recomienda consultar al médico ante problemas del sueño para obtener un diagnóstico y tratamiento adecuado, aclara que no todo paciente con insomnio o falta de sueño tiene una enfermedad, incluso se puede solucionar con la identificación de prácticas que promueven el mal dormir y trabajar en mejores hábitos.
“Casi nunca se requiere de una intervención con psicofármacos para el manejo del insomnio. Basta con utilizar la psicoeducación para promover ese conjunto de prácticas y hábitos que son cruciales para tener un sueño nocturno de buena calidad y estar completamente alerta durante el día, lo cual denominamos higiene del sueño”, concluye el experto.
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