Por primera vez en más de 500 años de historia, una mujer llega a lo más alto de la Iglesia Anglicana. Sarah Mullally, una exenfermera británica de 63 años, fue nombrada arzobispa de Canterbury por el rey Carlos III, rompiendo con siglos de tradición masculina dentro del clero inglés.
El histórico nombramiento convierte a Mullally en la máxima autoridad espiritual de millones de anglicanos en todo el mundo. Su elección simboliza un paso importante hacia la igualdad de género dentro de una institución marcada por estructuras conservadoras.

Antes de su vida religiosa, Sarah Mullally desarrolló una destacada carrera en el sector salud. Fue jefa de la Oficina de Enfermería del Gobierno británico, uno de los cargos más altos en el sistema de sanidad del Reino Unido. A los 37 años decidió cambiar de rumbo y dedicarse al servicio espiritual, siendo consagrada años después como obispa de Crediton, cargo que también ocupó por primera vez una mujer en 2018.
Su liderazgo ha sido reconocido como símbolo de apertura y renovación. Ahora, como arzobispa de Canterbury, reemplazará a Justin Welby, quien renunció en noviembre de 2024 tras enfrentar escándalos por abusos dentro de la institución.
En sus primeras declaraciones, Mullally expresó que asume su nuevo rol con serenidad y fe: “Siento una gran responsabilidad, pero también una profunda paz y confianza en Dios”, afirmó en entrevista con DW.
Con su designación, la Iglesia Anglicana abre un nuevo capítulo que redefine la historia del cristianismo moderno y eleva la voz de las mujeres dentro de la fe.











