La acción humanitaria permitió que ambos cuerpos fueron entregados al Instituto Nacional de Medicina Legal para su plena identificación. Uno de ellos correspondería a un hombre que llegó desde el Caribe en 2001 a esta zona del departamento.
La intervención forense liderada por la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD) en un cementerio corregimental del norte del Tolima permitió la recuperación de dos cuerpos de personas que, presuntamente, habrían desaparecido hace más de dos décadas en el marco de las hostilidades del conflicto armado en esta zona del departamento.
La intervención con fines de recuperación priorizó 10 sitios de interés forense en este cementerio a partir de la caracterización que adelantó la investigación humanitaria y extrajudicial del Plan Regional Valle del Magdalena y Nevados de la UBPD. Mediante una metodología rigurosa se documentó cada uno de los lugares de donde fueron encontrados los cuerpos, se evaluó el estado de conservación de cada uno y los elementos asociados a estos y se aplicó criterios técnicos para avalar la recuperación y el envío de los hallazgos al Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses para su posterior identificación.
“Dentro del universo definido contábamos con dos cuerpos con identidad orientada. Uno de ellos ingresó al cementerio como un cuerpo identificado no reclamado, el cual fue recuperado y entregado al Instituto de Medicina Legal para que, en conjunto con los expertos de la Unidad de Búsqueda, se realice la verificación por correspondencia de información postmortem (después de la muerte) para evaluar el cuerpo frente al protocolo de necropsia disponible”, explicó Natalia Giraldo, antropóloga líder de esta misión humanitaria de la UBPD.
Justamente, el cuerpo identificado no reclamado correspondería a Aldair, quien habría llegado desde la región Caribe del país en 2001 a esta zona del Tolima para trabajar como mecánico. Según la investigación humanitaria, él falleció a manos de hombres armados.
Su hijo, Aldair Junior, acompañó la misión para buscar respuestas sobre su progenitor, pues era un bebé cuando su padre falleció y lo poco que sabía de él se lo había contado su familia, en especial su abuelo. “No pudo llevarme porque las condiciones económicas no eran las mejores. Mi padre fue enterrado, envuelto en una sábana”, indicó. En ese entonces, no hubo plena identificación del cuerpo ni fue entregado a la familia de manera formal por parte de alguna autoridad.
Las dudas que en su momento lo inundaban sobre su padre fueron aliviadas por una inesperada ola de amabilidad y de gratos recuerdos de personas que compartieron con él hasta el día de su partida. “Me voy con la satisfacción de haber conversado con la gente y saber que era una buena persona, que le gustaba tratar mucho con los niños, jugar y ser amigable” expresó Aldair Junior.