El estadio Metropolitano de Barranquilla fue testigo de un inusual acontecimiento durante el partido de fútbol entre Colombia y Brasil este jueves, en el que la multitudinaria expresión de rechazo al presidente Gustavo Petro se vio empañada por ataques verbales hacia su hija menor, Antonella, generando un debate sobre los límites éticos en la protesta política.
Más de 40,000 espectadores, provenientes de diversas partes del país y del mundo, se unieron en un coro espontáneo de «¡Fuera, Petro!» durante el partido, expresando un rechazo contundente al mandatario y su gestión. Videos de la protesta se volvieron virales, destacando el fuerte sentimiento de un segmento significativo de colombianos.
Sin embargo, la vibrante manifestación política se vio empañada por unos pocos individuos que, aprovechando la presencia de la esposa del presidente, Verónica Alcocer, y de su hija Antonella, dirigieron insultos hacia la menor. Aunque no se precisó la naturaleza exacta de los ataques, el padre de Luis Colmenares, Luis Alonso Colmenares, condenó enérgicamente el hecho.
El presidente Petro, quien no asistió al estadio debido a una visita oficial en Estados Unidos, rechazó vehementemente los insultos contra su hija, calificando a los responsables como «cobardes» y manifestando su indignación en las redes sociales.
El embajador de Colombia en el Reino Unido, Roy Barreras, también condenó la agresión verbal hacia la hija del presidente, catalogándola como un «acto miserable, ruin y violento». Mientras tanto, algunos partidarios de Petro atribuyeron el incidente a la oposición, generando un intercambio de acusaciones entre figuras políticas.
El exalcalde de Medellín, Daniel Quintero, culpó a los nuevos alcaldes de Medellín y Barranquilla, Federico Gutiérrez y Álex Char, respectivamente, por los ataques. Por su parte, Barreras pidió a los dirigentes de la oposición que condenaran a los responsables y controlaran a sus seguidores.
A pesar de la repulsa generalizada hacia los ataques a la hija de Petro, algunos observadores señalaron que el episodio no debería opacar el hecho político central: la masiva y espontánea expresión de rechazo al presidente durante el evento deportivo. Se subrayó la importancia de separar el incidente aislado de los insultos a la hija del mensaje político más amplio expresado por la multitud.
La noche en el estadio Metropolitano de Barranquilla dejó una victoria contundente de Colombia sobre Brasil, pero también planteó preguntas sobre los límites y la ética en la protesta política, recordando que, incluso en los momentos de fervor deportivo, el respeto a la integridad de la familia presidencial debería ser fundamental.