La guerra en la Franja de Gaza ha cobrado un precio devastador, extendiendo su impacto a la comunidad periodística. En medio de una de las regiones más tensas del mundo, 24 periodistas palestinos han perdido la vida desde el inicio de la escalada del conflicto el 7 de octubre.
La reciente solicitud realizada por alrededor de 500 periodistas a instancias de derechos humanos de las Naciones Unidas para investigar estas pérdidas destaca el inmenso costo humano de un conflicto que ha cobrado la vida de más de 8.000 personas y dejado a más de 21.000 heridas.
Entre las víctimas se encuentra Issam Abdulá, camarógrafo de la agencia Reuters, alcanzado por un misil israelí en el sur del Líbano el 13 de octubre, cuya muerte ha sacudido profundamente a la comunidad mediática.
La carta, dirigida a altos funcionarios de la ONU para los derechos humanos, exige una investigación internacional urgente sobre lo que se percibe como crímenes israelíes contra periodistas en medio del conflicto. Los periodistas firmantes, principalmente de origen palestino, egipcio y árabe, han denunciado la violación de la libertad de prensa y han destacado la necesidad de proteger a los reporteros en zonas de conflicto.
El caso de Shireen Abu Akleh, una periodista palestino-estadounidense que trabajaba para Al Jazeera y falleció cubriendo una operación militar israelí en Yenín, se ha convertido en un emblema de los riesgos a los que se enfrentan los periodistas en áreas de conflicto. Su muerte, tras ser alcanzada por disparos del ejército israelí, provocó una ola de homenajes y resalta la vulnerabilidad de los periodistas que buscan informar en situaciones de alta peligrosidad.
En este contexto, su memoria y el reclamo por la investigación de los 24 periodistas muertos en ataques israelíes sobre Gaza se han convertido en una llamada de atención para resaltar los peligros a los que se enfrenta la prensa en zonas de conflicto y para exigir el respeto a la labor informativa en situaciones tan complejas y riesgosas como la guerra en Oriente Medio.