El reciente anuncio del Ejército de Liberación Nacional (ELN) sobre la suspensión de los secuestros, que entraría en vigor a partir del 30 de enero del próximo año, ha generado una serie de interrogantes y dudas sobre su efectividad y alcance real.
Uno de los puntos que ha generado controversia es el período de tiempo entre el anuncio y la fecha de inicio de la suspensión, que deja un margen de 43 días en los que podrían seguir ocurriendo secuestros. Además, el anuncio se refiere específicamente a la suspensión de lo que el ELN denomina «retenciones económicas», dejando abierta la posibilidad de que otras formas de secuestro puedan continuar.
Otro aspecto que ha generado incertidumbre es el destino de las personas que actualmente se encuentran en poder del ELN. A pesar de que el anuncio no menciona nada al respecto, hay familias que reclaman la liberación inmediata de sus seres queridos y un trato similar al otorgado al padre del futbolista Luis Díaz, cuyo secuestro fue uno de los detonantes de este compromiso.
Además, existe la preocupación sobre si todas las estructuras del ELN acatarán esta decisión, dado que históricamente el grupo ha mostrado una organización federalizada en la que no todas las unidades siguen las órdenes del mando central de manera uniforme.
Un punto crucial es la ambigüedad en torno a los diferentes tipos de secuestro que el ELN práctica. Aunque el anuncio hace referencia a la suspensión de las «retenciones económicas», el grupo ha dejado claro que también realiza otras formas de privación de la libertad, como las «retenciones políticas». Esto plantea la posibilidad de que, bajo otras categorías, el ELN continúe con sus actividades de secuestro.
A pesar de que algunos miembros del Gobierno, como el senador Iván Cepeda, han celebrado este anuncio como una «victoria de la paz», otros lo ven con escepticismo, señalando que el compromiso del ELN comenzará a regir justo después de que termine un periodo de tregua, lo que plantea dudas sobre su verdadera intención de cumplir con esta medida.